Exposición temporal del 16 de noviembre de 2023 al 29 de febrero de 2024.
En 1901, la Muy Ilustre Administración del Hospital de la Santa Creu y los albaceas de Pau Gil acordaron reunir en un mismo recinto dos hospitales: el Hospital de Sant Pau, instituido por el legado de Pau Gil; y el Hospital de la Santa Creu, que abandonaría el antiguo edificio gótico, el cual estaba quedando pequeño y se consideraba insalubre.
El encargo recae en Lluís Domènech i Montaner, que en ese momento era ya un arquitecto de renombre y además acumulaba un bagaje importante con la construcción del Instituto Pere Mata en Reus (1897-1912).
Domènech prevé la construcción de un gran hospital con capacidad para 1.000 enfermos, formado por 48 pabellones rodeados de jardines y conectados por galerías subterráneas de servicio.
El conjunto no llegó a construirse en su totalidad tal y como estaba proyectado, debido a diversas circunstancias, que podemos resumir en dos: falta de dinero, y avances en la medicina.
Para hacernos una idea de la envergadura de un proyecto así, sólo diremos que Domènech presentó un anteproyecto en 1902 que permitió empezar las obras de Sant Pau, pero el proyecto completo no lo entregó hasta 1911.
Éste consistía en siete volúmenes encuadernados en pergamino, y presentados dentro de una caja de madera a medida, con cierre y un asa para su transporte. Tanto la caja como los volúmenes originales todavía se conservan en el Archivo Histórico del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
Los volúmenes I y II son sendas carpetas que contienen los más de 180 planos del proyecto, entre plantas, alzados y secciones, tanto del recinto en conjunto como de todos y cada uno de los 48 pabellones que debían integrar el complejo.
El III agrupaba programa, memoria y pliego de condiciones.
Los IV, V y VI eran el presupuesto desglosado del Hospital de la Santa Creu; y el VII, del de Sant Pau. Se trata de documentación técnica en la que se desglosan los gastos por partidas y capítulos.
El volumen III es el más revelador de todo el estudio que hay detrás del proyecto que finalmente presenta Domènech, donde se detalla el qué y el cómo, pero también el porqué del diseño que finalmente propone el arquitecto, donde ninguna decisión es casual.
Este volumen III reúne tres partes diferenciadas. La primera, el Programa, describe a grandes rasgos cuáles deben ser las características del recinto hospitalario, desde las condiciones del emplazamiento hasta los espacios necesarios. Esta descripción se acompaña de una panorámica histórica que recoge las últimas innovaciones en el diseño de hospitales, y de una extensa relación de establecimientos consultados (240), tanto europeos como del resto del mundo.
En la Memoria, Domènech y Montaner explica su proyecto en detalle. Tras repasar los antecedentes que llevan al establecimiento del doble hospital, hace una extensa descripción de los terrenos donde asentarse, del complejo en su conjunto, y de cada uno de los pabellones que deben integrarlo, sin dejar en segundo término el programa decorativo.
Finalmente, el Pliego de Condiciones recoge las bases generales que tendrán que regir la ejecución de las obras, desglosadas por artículos.
En el Programa del proyecto para los Hospitales reunidos de la Santa Creu i de Sant Pau, después de presentar los espacios de los que debe dotarse cada pabellón y de exponer las condiciones generales del conjunto, Domènech ofrece una breve reseña histórica, con numerosos ejemplos, del desarrollo de la arquitectura hospitalaria, y cómo, ligada a los avances médicos, se ha acabado decantando preferentemente por la tipología de pabellones separados.
Esta breve exposición (apenas seis páginas), aunque muy sucinta, nos permite identificar los establecimientos que Domènech considera clave en la evolución de la construcción de hospitales. Analizándolos, se ponen de manifiesto las diversas corrientes innovadoras y el progreso que suponen respecto a edificaciones anteriores hacia la solución pabellonal, considerada la más avanzada según los últimos avances médicos de la época. De hecho, la exposición comienza afirmando que:
“La evolución hacia los modernos hospitales de pabellones aislados y de block-pabellones, con galerías de comunicación o absolutamente sin ellas, viene marcándose desde tiempos bastante antiguos. Tendían a ello los hospitales en que accidentalmente se producían grandes aglomeraciones de enfermos, especialmente los militares y marítimos y los de epidemias.”
Domènech pone de manifiesto que la existencia de hospitales pabellonales se remonta al siglo XVIII, citando como uno de los primeros ejemplos el Hospital Naval de Stonehouse.
Su arquitecto, Alexander Rowehead, lo planifica de esta forma para reducir el riesgo de contagio entre enfermos, y para que cuenten con buena ventilación y luz natural; es un diseño innovador y muy influyente.
Siguiendo el relato de Domènech, el sistema de pabellones acaba de definirse como una tipología hospitalaria en Francia. De hecho, tan pronto como en 1773 Julien-David Le Roy presenta en la Real Academia de Ciencias un proyecto para reconstruir el Hôtel-Dieu de París, incendiado un año antes.
La principal novedad que se aprecia respecto a Stonehouse, aparte de unas mayores dimensiones, es la existencia de dos galerías de comunicación entre pabellones: una frontal, siguiendo el patio, y una posterior. También se presta especial atención a que los pabellones, claramente separados en dos alas (masculina y femenina), estén orientados en dirección este-oeste.
En 1788 la Real Academia de Ciencias de París publica una propuesta de hospital, en la línea de Le Roy, que influye en la planificación de este tipo de establecimientos hasta mediados del siglo XIX. En el Programa, Domènech da varios ejemplos de diseños derivados de aquella propuesta en Francia y en Bélgica, el más tardío de los cuales es el Hospital Lariboisière.
En el Lariboisière, galerías semicubiertas recorren el patio uniendo todas las dependencias, y contiguos a aquellas, entre pabellón y pabellón, se sitúan los comedores de los pacientes. Otra novedad es la presencia de pequeños jardines entre los distintos bloques.
Domènech identifica el momento de la consolidación definitiva de los hospitales pavellonales durante la segunda mitad del siglo XIX.
En Inglaterra surge un modelo hospitalario particular, de pabellones paralelos unidos por un único cuerpo longitudinal que los comunica entre sí, sin el gran patio interior de los modelos franceses (por ejemplo, el Hospital de Saint Thomas y el Hospital Herbert, ambos en Londres). Aunque Domènech no lo menciona explícitamente, la popularización de estos modelos debe atribuirse a Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería moderna, que en 1852 publicó Notes on Nursing.
En Estados Unidos, merece especial atención el Hospital Johns Hopkins de Baltimore por su diseño avanzado: un amplio jardín abierto en el que se integran los diversos edificios conectados por galerías abiertas, algunos de ellos con fachada diferenciada y acceso independiente desde el exterior.
Mientras, en el continente el modelo francés está plenamente consolidado; el nuevo Hôtel-Dieu de París es su paradigma en aquellos tiempos.
Aunque por lo general se inscribe en el modelo francés, el Hospital de Stuivenberg, en Amberes, también innova, por ejemplo, con la forma circular de los pabellones de enfermos, pensada para eliminar ángulos donde puedan proliferar las bacterias, y para mejorar la ventilación y la iluminación.
Domènech traza otra vía de evolución de los hospitales pabellonales a partir de los grandes hospitales militares de barracas conectadas surgidos con las guerras modernas, como la Guerra Civil Estadounidense (1861-1865).
Se trataba de construcciones de vida efímera, en madera, de una sola planta, que se levantaban para atender a los heridos y se destruyeron una vez terminados los conflictos. De los cinco que Domènech cita como ejemplos durante la Guerra de Secesión, destaca el Hospital General Mower, construido en las afueras de Filadelfia.
La Guerra Francoprusiana (1870-1871) también lleva a la aparición de una nueva tipología de hospital pabellonal, en este caso en el Estado Alemán. Como novedad, en este caso los pabellones de enfermos están aislados, sin galería alguna que les comunique entre sí. Es el caso del Hospital de barracas de Tempelhofer Feld, en Berlín.
A partir de 1870, el sistema completo de pabellones aislados de los hospitales de campaña se introduce para los hospitales de carácter permanente.
En este sistema, los pabellones de enfermos se orientan todos en paralelo siguiendo la misma dirección, que en este caso no viene marcada por los puntos cardinales, sino por el emplazamiento del acceso principal, que a su vez viene determinado por el urbanismo del espacio en el que debe insertarse.
Domènech da 15 ejemplos de hospitales alemanes que siguen esta línea, como el Friedrichshain o el Urban de Berlín. Éste último, además, es el primer hospital que conecta los pabellones con galerías subterráneas, que en este caso sirven para alojar las instalaciones de agua y calefacción.
El modelo de pabellones aislados surgido en Alemania se expande rápidamente, ya que responde muy bien a los criterios higienistas vigentes en la época, que ponen énfasis en la importancia de factores como la ventilación y el aislamiento, especialmente en el caso de enfermedades infecciosas. En su estudio, Domènech identifica ejemplos de la difusión de esta tipología en Dinamarca, el Imperio Austrohúngaro, Francia, Italia, Gran Bretaña, e incluso en Estados Unidos.
En Inglaterra menciona, por ejemplo, el Hospital de infecciosos de Newcastle, ejemplo de establecimiento de pabellones aislados, aunque todavía cuenta con las galerías de comunicación típicas de los diseños ingleses de finales del s. XIX.
En Francia, el modelo tradicional de patio central sigue teniendo mucho peso, pero el sistema alemán también acaba imponiéndose, como ocurre en el Saint Éloi de Montpellier, diseñado inicialmente dentro de la tradición francesa, pero que en los años 1883-1884 se amplía ya con una disposición de pabellones aislados para tratar enfermedades infecciosas.
Aparte de los edificios hospitalarios propiamente, Domènech también señala la innovación que supone la aparición de hospitales flotantes en Inglaterra, que considera referentes en cuanto a los sistemas de aislamiento.
Estos consisten generalmente en grandes barcazas atracadas permanentemente en los ríos, donde se habilitan chozas de madera independientes para enfermos infecciosos.
Acabada la breve reseña, y fuera de la narrativa general sobre el desarrollo de las modernas tipologías hospitalarias, Domènech dedica un párrafo a algunas clínicas y hospitales españoles construidos siguiendo las ideas más modernas, algunos de los cuales visita presencialmente. En todos los casos se trata de edificaciones de estructura pabellonal.
De los ejemplos que pone Domènech, el Hospital de Basurto de Bilbao es de los que presenta un diseño más claramente inspirado en las corrientes alemanas. Considerado uno de los establecimientos más avanzados del Estado, Domènech lo cita aunque todavía está en construcción, lo que muestra que está al corriente de las últimas novedades en edificación hospitalaria.
La Casa de Maternidad y Expósitos de Barcelona no es propiamente un hospital, ni sigue estrictamente la estructura típica de pabellones aislados, sino que es más bien un conjunto de edificios-bloque, cada uno de ellos funciona autónomamente. Sin embargo, Domènech no puede dejar de citarlo en su programa, en tanto que constituye el ejemplo más cercano de diseño racional de unas instalaciones asistenciales pensadas para incorporar los últimos avances médicos y científicos.
Tras la panorámica histórica, Domènech presenta el listado de todos los hospitales consultados, principalmente a través de bibliografía, pero en algunos casos con visitas efectuadas en persona. La relación de 30 páginas, que reproducimos a continuación, recoge 240 establecimientos de todo el mundo ordenados alfabéticamente por la ciudad donde se encuentran, de Amberes a Zúrich. En cada referencia figuran:
ciudad / establecimiento / fechas de construcción / referencias bibliográficas de planos o imágenes.
La mayoría de los hospitales analizados son europeos –225– y el resto, excepto el de Ciudad del Cabo, son estadounidenses. La distribución de los hospitales considerados de referencia por Domènech refleja los grandes núcleos de innovación científica, médica y tecnológica de la época. Ni América del Sur, ni Asia, ni Oceanía, ni África (con una única y anecdótica excepción) tienen ninguna presencia.
En Europa se identifican claramente tres potencias: el Imperio Alemán, Reino Unido y Francia. Sólo los hospitales de esos tres estados suponen el 70% de todos los relacionados.
Ver el listado completo de hospitales consultados haciendo clic en la imagen:
En el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Domènech no se limita a adoptar una tipología hospitalaria de entre las ya consolidadas en la época, sino que sólo las toma como punto de partida para llegar al mejor diseño posible en todos los aspectos.
En un terreno más concreto, sobre esta disposición general, Domènech aún incorpora otros elementos, que adapta de los hospitales más innovadores que ha estudiado. Algunos ejemplos:
La auténtica originalidad del proyecto de Domènech i Montaner no radica tanto en la concepción de soluciones nuevas, sino en su enorme capacidad para adaptar las últimas innovaciones a un modelo de hospital consolidado, configurando un conjunto coherente y de gran belleza bajo la forma de un modernismo casi exuberante que no le resta funcionalidad.
No en vano, este Hospital es el único hospital del mundo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, estando todavía en activo.
La arquitectura hospitalaria estudiada por Domènech i Montaner
Investigación
Arxiu Històric de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (AHSCP)